martes, 20 de marzo de 2018

El padre que no apoya vs. el padre que asfixia

Para muchos bailarines, la danza representa todo: su pasión, su escape de la rutina diaria y a veces también, su objetivo profesional. Pero algunos padres ven las cosas de manera diferente. Amanda, estudiante de danza de 16 años dice lo siguiente: "Tengo hermanos que practican deportes y tienen todo el apoyo de mis padres, pero no sucede lo mismo conmigo; ellos no ven a la danza como algo con lo que pueda ganarse una vida estable. A menudo me dicen que debería simplemente dejarlo".

 

Algunos padres no pueden, o no saben cómo hacerlo, o deciden no dar el apoyo que necesita un bailarín para prosperar en su actividad; agregando estrés a la vida de sus hijos, en lugar de proporcionar alivio.

Por otro lado, están los padres sobreprotectores que están demasiado, sin dar a su hijo o hija siquiera un respiro; y como ejemplo viene a mi mente aquel popular reality norteamericano llamado "Dance moms".

El popular reality, nos mete dentro del mundo de aquellos padres tan ceñidos con ver a sus hijos en lo más alto que están dispuestos a pasarle por encima a quien sea... como sea. Cinco son las señoras que semana a semana se sientan a ver a sus bailarinas ensayar, mientras que tejen todo tipo de traiciones y manipulaciones con tal de “asegurar” el futuro de sus hijas.

"Los bailarines que no cuentan con el apoyo de sus padres podrían tener problemas de inseguridad", dice la doctora Linda Hamilton, exbailarina del New York City Ballet y psicóloga especializada en artes escénicas, "mientras que, por otro lado, aquellos cuyos padres se involucran demasiado, pueden llegar a resquebrajarse bajo tanta presión".

Ya sea que tus padres no estén allí cuando los necesites o que estén demasiado ahí, prácticamente asfixiándote, prueba estos consejos para mejorar tu situación.



 
Habla con tu maestro

Un maestro de confianza puede ser tu primera línea de defensa. Por ejemplo, tu maestro puede guiarte y mostrarte todas las opciones de cursos, escuelas y compañías si es que quieres dedicarte a la danza.

Cuando Martha, que ahora baila con una compañía de ballet regional, fue interrumpida financieramente por sus padres poco solidarios hace dos años, una maestra la animó a seguir audicionando y la ayudó a planificar su futuro. "No estaría bailando si no fuera por esa maestra", dice Martha. A pesar de que tuvo que buscar trabajos alternativos para ahorrar dinero, Martha sabía que tenía alguien que creía en ella, y ese apoyo la mantuvo activa.

¿Están tus padres en el extremo opuesto del espectro, volviéndote loco con su presencia constante?

Si platicas con tu maestro, él o ella pueden intervenir. Por ejemplo, hay maestros que durante las semanas de funciones, asignan trabajos a los padres, como ayudar con los disfraces o accesorios, siempre y cuando sea con un grupo donde no estén sus hijos. Acciones como estas pueden darte un espacio para respirar.




 
Habla con tus padres

Existe la posibilidad de que tus padres ni siquiera se den cuenta de que su comportamiento o actitud te molesta. La mayoría de los padres quieren lo mejor para su hijo, pero a veces necesitan que los orientes. Ya sea que necesites que mamá y papá muestren más interés en tu entrenamiento de baile o que retrocedan un poco para que puedas tomar decisiones por tu cuenta; un diálogo abierto siempre es el primer paso hacia una relación más saludable.

¿Te pone nervioso que una conversación sincera se convierta en una confrontación dolorosa? Esta es otra área donde tu maestro puede intervenir con pláticas o conferencias donde todos puedan sentarse juntos. O, si tienes algún familiar en el mundo de las artes, esa persona podría ser útil.

No pienses sólo en ti, busca los porqués

Tratar de entender de dónde vienen tus padres y cómo fueron educados puede cambiar tu punto de vista y ayudarte a encontrar mejores soluciones a tu problema. 


Por ejemplo, si tu mamá y papá piensan que las clases de danza son una pérdida de tiempo en comparación con lo académico, podrías intentar enumerar los beneficios: "la danza desarrolla habilidades para resolver problemas, fortalece la inteligencia y desarrolla la consciencia ética del trabajo (consulta aquí los beneficios de la danza y preséntaselos a tus padres)". La danza ayuda también a obtener mejores calificaciones en la escuela. 

Si a tus padres lo que les preocupa es que el baile no sea una carrera viable, podrías mencionar que la mayoría de los bailarines en la actualidad, incluso profesionales de tiempo completo, logran obtener un título universitario estudiando medio tiempo.

Si la falta de apoyo se debe a la falta de conocimiento sobre la forma de arte, piensa en maneras de educar a tus padres sobre la danza, llévalos a funciones, vean videos juntos y explícales de que se trata, etc. 


Si se trata del dinero, investiga las opciones de becas o busca algún trabajo de medio tiempo para aliviar parte de la carga.

Los padres excesivamente involucrados, por otro lado, tienden a preocuparse demasiado. Tal vez están tratando de cuidarte, pero en cambio te están sofocando o avergonzando. O tal vez estén cumpliendo con su propia necesidad de triunfo a través de tus éxitos.

Hay que ser cuidadoso al hablar con los padres que están exesivamente involucrados para no herir sus sentimientos. Cuando discutas la situación, comienza con decir lo mucho que aprecias y agradeces lo que hacen por ti. Algo como: 'Es tan agradable que me respaldes. No podría haber llegado donde estoy sin ti'. Entonces puedes hacer la transición a lo que necesitas de ellos: el espacio.




 
Persigue tus sueños, esfuérzate

Si tienes algo que te apasiona debes seguirlo, incluso si hay obstáculos; por supuesto de una manera responsable y planificada hasta donde sea posible.

Encuentra una manera de expresar tus necesidades y planea la manera de salir adelante en caso de que tus padres no estén dispuestos a comprometerse. Luego, haz tu mejor esfuerzo para volver a centrar tu atención donde corresponde: en tu entrenamiento.

A los padres:


Apoya a tu hijo(a)

Un aspecto primordial del trabajo de los padres es educar a los hijos para que puedan cumplir el llamado de sus vidas y/o el ejercicio de su pasión; su vocación. Para ello, un padre debe estar abierto a que sus hijos exploren las cosas que les interesan conforme van creciendo, incluso si éstas se encuentran fuera de su zona de confort. Como padre que hace su trabajo, hay que dar un buen ejemplo, y apoyar los intereses del hijo, incluso si éstos son algo desconocido o te hacen sentir un poco incómodo.


No puedo entender a un padre que no esté orgulloso de su hijo(a) bailarín(a). Un hijo que está dispuesto a hacer algo tan difícil, dispuesto a sacrificar tanto como esta disciplina lo requiere, dispuesto a estar a la altura de las exigencias de esta forma de arte; debería ser un motivo muy grande de orgullo.

Deja que tu hijo bailarín sepa que estás ahí para él, que sepa que es amado y apreciado, sin importar lo que pase.

No asfixies

Como padre, deseas guiar a tu hijo hacia el éxito. Sin embargo, ¿sabes dónde está la línea entre la orientación que es productiva y la que es destructiva? Aquí está la parte difícil: esa línea es única para cada familia.
Para encontrar ese punto pregúntate: "¿Puede mi hijo(a) hacer esto solo?" Si la respuesta es sí, entonces debes dejar que lo haga él o ella misma. Si la respuesta es no, entonces aún debes proporcionar ese apoyo.
Darle independencia le ayudará a crecer de maneras que van más allá de algunas simples tareas.

Confía en el maestro

El maestro no obtiene ningún beneficio personal reteniendo a un alumno en un nivel inferior. Es importante que sepas que aunque el maestro esté abierto a la comunicación, es él quien está a cargo, quien tiene la experiencia y los conocimientos y que no atenderá a todos tus caprichos.
No presiones ni exijas. Cuando sus profesores decidan que es hora de que tenga un solo, se lo darán.

Apoya a tu hijo, en cambio, proporcionándole la vestimenta adecuada, buscando las mejores clases y cursos extras; pero no discutas sobre las coreografías con los maestros. Involúcrate, pero no sobrepases los límites. Ellos son los profesionales.

Empujar o no empujar

La clave para saber si dar o no un empujón a tus hijos es reconocer si carecen de interés, o si simplemente están frustrados, temerosos o inseguros acerca de algo. Por ejemplo, si tu hija ya no quiere ir a clase porque sus amigas ya no están ahí, aliéntala a seguir bailando y a hacer nuevos amigos.

Leisha Strachan, profesora de la Universidad de Manitoba en Winnipeg, cuya investigación se centra en el desarrollo juvenil positivo en los deportes, dice que este es el enfoque correcto: "La investigación ha demostrado que un empuje positivo (persuadir a tu hijo a seguir intentándolo) en el el corto plazo podría ser la motivación para lograrlo. Siempre que el apoyo no conduzca a controlar conductas, es positivo", dice ella.

Tampoco es correcto que tu hijo vea que tratas de intervenir para que obtenga un solo o para que avance de grupo. Es importante que tu hijo sepa que los logros se obtienen con trabajo y esfuerzo, que aprenda a ser paciente y que las cosas llegan en el momento que tienen que llegar; que sepa también que un solo en la coreografía no es lo más importante; lo más importante es que sea feliz practicando una actividad enriquecedora.



 

No vivas a través de él o ella

"Cuando era pequeña, soñaba con tomar clases de baile. Bailaba por toda la casa y soñé con tener una vida como la de mi hija": es muy común escuchar frases como esta entre las mamás de las bailarinas.

De acuerdo con un estudio publicado en junio pasado en la revista Public Library of Science; los padres a veces transfieren sus metas y ambiciones no alcanzadas a sus hijos. Los resultados mostraron que cuando un padre ve a su hijo como una extensión de sí mismo, frecuentemente desea que ese niño cumpla sus propios sueños aplastados.

Un profesor experimentado puede fácilmente detectar a un estudiante que no quiere estar en clase. Hay demasiados niños que intentan hacer realidad una idea que tienen sus padres. Es injusto que pasen todas estas horas en el estudio cuando es bastante obvio que bailar no es su pasión.

Queremos que los hijos participen en actividades porque están felices y motivados: quieren bailar o practicar un deporte; y no porque sean obligados por los padres. Si después de una cantidad razonable de estímulo, el goce o disfrute de la actividad no se desarrolla, es hora de dejar de presionar y buscar otra cosa.

Si tu hijo odia algo que amas, resígnate y sigue adelante. El trabajo de los padres es actuar como porristas, choferes y patrocinadores financieros a medida que los hijos satisfacen sus propias necesidades, no las de los padres. 



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